Hannah Montana: La Película
Miley Cyrus ya tiene 16 años, por lo que gracias a tener esta edad le sigue hablando de cerca a su audiencia (entre ellas a las quinceañeras de todo el mundo) y a pesar de que la vida de la joven actriz es un ir y venir entre la realidad y la ficción, una cosa sí es cierta: el fenómeno de Hanna Montana debe ser reconocido.
Aunque muchas veces no es fácil trasladar la fórmula exitosa de una serie de televisión a la hora de hacer una película, las buenas noticias para los fans de Hanna es que esta cinta lo logra. Lo más interesante es que no solo es una buena cinta para que la vean las fans de Miley, sino que gracias al talento del director Peter Chelsom y la combinación de talentos jóvenes y adultos, se convierte en una realización que es disfrutable para toda la familia.
La historia es sencilla: los conflictos de Miley y su doble vida han comenzado a causar estragos en su vida familiar y en las relaciones con sus amigos cercanos, por lo que su padre decide llevarla a al lugar donde comenzó todo, Crowley Corners, en Tennessee, para ser exactos, forzándola a reencontrarse con una vida más sencilla y reubicar una identidad que nunca debió haber perdido.
Sin embargo, hasta el pequeño y tranquilo pueblo llega la amenaza de los cazadores de chismes, quienes están dispuestos a revelar el verdadero secreto de la doble vida de Miley, quien en ese momento no sólo se ha reencontrado con una vida que tiene muchas recompensas, sino también con un inesperado romance.
Las actuaciones musicales de Rascal Flats, Taylor Swift y por supuesto el padre de Miley, Billy Ray Cyrus, elevan la calidad musical de la cinta, a pesar de que no es realmente un musical, sino más bien una cinta que contiene música como una parte muy importante.
Como extra y parte inicial de la cinta, la audiencia es testigo de una fenomenal fiesta tipo «Sweet Sixteen», que a pesar de tener todo lo que una jovencita soñaría para una celebración de este tipo, termina convirtiéndose en el fiasco más grande en el año, lo cual nos recuerda que “grande” no quiere decir necesariamente “mejor”, aunque en el caso de la cinta sí lo es.
